El Batey del buen decir

El Batey del buen decir
Creado por: Cari Vargas desde octubre 2010

sábado, 15 de enero de 2011

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¿Se dice miembra?

El español es tan rico como complicado.  He leído algunos artículos que denuncian nuestra lengua como una de tipo sexista.  En lo personal, entiendo que no debemos caer en generalizaciones.  El término "miembra" no aparece en el diccionario, sin embargo, "miembro" en la séptima acepción dice: ‘individuo que forma parte de un conjunto, comunidad o cuerpo moral’.  El DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS dice:


miembro. 1. ‘Individuo que forma parte de un colectivo’. Normalmente se usa como epiceno masculino ( género2, 1b), con independencia del sexo del referente: «La esposa de Molins [...] es un miembro estratégico del equipo» (Mundo [Esp.] 20.2.96).  Pero hoy se está extendiendo su empleo como sustantivo común en cuanto al género (el/la miembro; género2, 1a), uso que se admite como válido cuando se desee hacer explícito el sexo del referente: «EH coloca en sus listas a una miembro de Haika encarcelada por Garzón» (Abc@ [Esp.] 2.4.01).


Encuentro interesante el artículo "Miembra y algunos aspectos del género gramatical" de Cristian Fallas Alvarado.  Les incluyo algunas secciones del mismo para su análisis.  Citamos:

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El sustantivo miembro procede del latín membrum, -i, sustantivo de género neutro que se usaba primeramente para referirse a cosas con el sentido de ‘parte’.[...]

Es posible que los hablantes relacionen (incluso sin ser conscientes de ello) estos sentidos primarios de la palabra miembro y, por eso, sientan que miembra suena mal o está mal formado. 

Otra palabra que se aplicaba originalmente a cosas es parte, pero, si consultamos el DRAE, vemos que las acepciones octava y novena se refieren a personas: ‘cada una de las personas que contratan entre sí o que tienen participación o interés en un mismo negocio’ y ‘cada una de las personas o de los grupos de ellas que contienden, discuten o dialogan’. Por eso, cuando alguien versado en Derecho habla de las partes de un contrato, se refiere a las personas que participan en él, independientemente de si son mujeres o varones. Incluso podrían ser dos varones y se hablaría de ambas partes. De nuevo, se extiende a las personas el sentido primario para cosas.

Lo que se acaba de explicar es muy común en la lengua. Se puede hablar de los dos pilares de este proyecto y referirse a dos mujeres; o también se puede hablar de las dos estrellas del concierto y referirse a dos varones. En ninguno de los dos casos mencionados es necesario cambiar el género gramatical de pilar o de estrella. Tampoco si decimos que Juan es una maravilla o que María es un desastre.
Es cierto que, si el sistema morfológico del idioma permite la creación de femeninos (y masculinos), deberían aplicarse las reglas correspondientes para ese fin; pero esto debe hacerse analizando cada caso particular y no generalizando sin razón. 

Precisamente por eso se incurre en el error de extender o generalizar las marcas morfológicas de género (-o para el masculino y -a para el femenino) a cualquier palabra. Efectivamente, estos dos morfemas sirven para marcar esos géneros en muchísimas palabras. El morfema -a sirve especialmente para crear femeninos. Y es totalmente correcto, justo y necesario aplicar ese criterio para formar femeninos a partir de sustantivos masculinos que designan profesiones o cargos (abogado/abogada, escritor/escritora, notario/notaria, arquitecto/arquitecta, profesor/profesora, director/directora etc.). 

Si se consulta la página electrónica de la RAE, se puede ver que en la próxima edición (vigesimotercera) se incluirá el masculino azafato al igual que azafata. Pero de esto no puede deducirse que todas las palabras que terminan en -o deberán tener una opción en -a cuando se refieran a mujeres, ni tampoco puede pensarse lo inverso: que todas las palabras que terminan en -a deberán tener una opción en -o cuando se refieran a varones. 

Si se consulta Google, se encuentran ejemplos del femenino ídola, como Tú eres una ídola para referirse a una cantante. La forma que registran los diccionarios es ídolo. En este caso también se usa una palabra cuya primera acepción es ‘imagen de una deidad objeto de culto’, es decir, se aplica a cosas; la segunda acepción que proporciona el DRAE es ‘persona o cosa amada o admirada con exaltación’. Los usuarios de ídola seguramente se limitan a pensar que, si ídolo termina en o, solo puede referirse a varones, por lo cual deben emplear un femenino que acabe en a cuando se refiere a mujeres. Si este análisis fuera correcto, también, para referirse a una mujer, deberían decir Tú eres una ícona o Tú eres una mita en vez de Tú eres un ícono o Tú eres un mito. Esto es tan poco lógico como decir Juan es el glorio del equipo o Juan es un fábulo en vez de Juan es la gloria del equipo o Juan es una fábula.

Como se ha visto, los sustantivos referidos a cosas (incluidos los usos figurados, como las metáforas) generalmente no cambian de género cuando se aplican a personas.

A veces también se aduce que este tipo de formaciones sirven para aclarar un contexto, como un titular que diga Fernández, excelente miembro del grupo, triunfó anoche. Obviamente, no se puede saber si Fernández es el apellido de una mujer o de un varón. Pero decir esto se resuelve con emplear miembra en caso de referirse a una mujer sería como decir que también se desambiguaría si, en vez de Fernández, excelente cantante [o integrante] del grupo, triunfó anoche, se empleara cantanta o integranta. El problema es la redacción del titular, no el sustantivo empleado.

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El artículo sigue dando ejemplos y está muy interesante.  Para leerlo completo, visiten http://www.ucm.es/info/especulo/cajetin/miemb_2.html.

Como ven, nuestro idioma es apasionante y soy "miembra", mejor digo, "miembro" del gran número de amantes de nuestro vernáculo.

¡Aclarado está!

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